"Hoy soy más consciente que ayer de lo que he conseguido"

"Era una final muy complicada y mi principal objetivo era disfrutar"

Rocío al seleccionador, Ángel Arenas: "¡Hemos llegado hasta aquí juntos y juntos lo hemos hecho!"

"En el podium sentía una emoción enorme por ver la bandera de mi país en lo más alto"

 

Sábado, 13 de agosto de 2016.- Rocío Sánchez (Madrid, 1991) se ha proclamado este viernes campeona del mundo universitaria tras vencer, en una final "muy complicada", como ella misma reconoce, a la japonesa Miho Miyahara, que comenzó el combate puntuando a la karateca española (que es actualmente tercera del mundo en categoría absoluta en la modalidad de kumite/combate, en -50kg).

Rocío finalizó sus estudios de Educación Primaria en la Universidad Complutense de Madrid en el año 2013 y un año después comenzó a estudiar el Grado de Educación Infantil en la Universidad Católica de Murcia (UCAM). "Compatibilizar estudios y deporte es cuestión de organización; si te organizas bien, hay tiempo para todo... aunque también debes tener fuerza de voluntad", asegura. Ahora está realizando un trabajo de investigación en psicología deportiva y afirma que le ayuda mucho "para mantener la cabeza fría".

¿Cómo se siente una campeona del mundo un día después de haber ganado el oro universitario?

Me siento super contenta. Hoy soy más consciente que ayer de lo que he conseguido, porque quizás, al no ser un campeonato del mundo de categoría absoluta, no le estaba dando la importancia que ahora, un día después, veo que tiene. De hecho, en mi peso estaban muchas de las competidoras que me voy a encontrar en el Mundial Absoluto de Linz (que se celebra a finales de octubre en la ciudad austríaca). Hoy, en frío, veo la importancia que tiene. En definitiva, no dejo de ser campeona del mundo.

Ayer, en la final, saliste la primera al tatami y te colocaste antes de que lo hiciera tu rival. Estuviste sola unos instantes hasta que llegó ella. En esos momentos, ¿qué pasó por tu cabeza?

Cuando salí... Cuando me nombraron... la verdad es que me entró un cosquilleo increíble desde el estómago hasta la cabeza. Muy parecido al que sentí cuando disputé el bronce del Campeonato del Mundo de Bremen (año 2014). En mi cabeza sólo estaba un "vamos, Rocío, tú puedes", "vamos, Rocío, hay que hacerlo", sin pensar en que mi rival era japonesa. Sólo pensaba: "Hay que hacerlo". Y además, como soy bastante creyente, siempre hay un... "por favor, Dios, ayúdame".

Durante el combate, ¿hubo algún momento en el que pensases que lo podías perder? Obviamente uno sale a ganar, pero... ¿hubo algún momento en el que dudaste?

Yo sabía que era un encuentro muy difícil. Muy, muy difícil. Era contra la potencia mundial, Japón; había estado viendo pelear un combate a mi rival y ví que en los puños tenía una metralleta. Era rapidísima. Todos me lo decían: "Ten cuidado con su puño, ten cuidado con su pierna...". Y la verdad es que la noche anterior, hablando con mi hermano (Antonio Sánchez fue campeón del Mundo en kumite por equipos y varias veces campeón de Europa), que es mi ejemplo siempre y mi apoyo indiscutible, él me preguntó que si la había visto pelear. Yo le contesté: "Sólo un poquito". Y me dijo: "Pues tú tienes que disfrutar y hacerlo como lo has estado haciendo". Y yo le dije: "Tate (calificativo cariñoso con el que se refiere a él), solamente quiero disfrutar, hacerlo bien, y el resultado será una consecuencia de lo que pase en el combate".

Todos me decían que tuviera cuidado, pero pensé: yo también tengo dos brazos, dos piernas y al final jugamos con lo mismo. Mi principal objetivo era disfrutar. Disfrutar en el tatami; disfrutar de lo que había conseguido ya, que era la final del Mundial... Porque, aunque no te conformes con un segundo puesto, había que disfrutarlo. En mi cabeza sólo estaba el "Rocío, lo puedes hacer", "Rocío, puedes hacerlo". Y lo hice. Es verdad que cuando me marcó el primer punto, ¡que ni siquiera lo ví llegar! (se ríe), sí que dije: "Ahora hay que apretar". Había que apretar porque no podía ser que me ganara. En sus anteriores combates había ganado 8-0, 6-0 y 2-0. Por eso, y aunque cuando me marcó el primer punto pensé "qué difícil ahora remontar", ¡pero se consiguió!

En el momento en el que ganas, y después del saludo en el tatami, te vas corriendo hacia el seleccionador, Ángel Arenas. Fue un momento muy bonito que está recogido en imágenes. ¿Cómo viviste ese momento? ¿Qué papel jugó Ángel Arenas en ese triunfo?

Cuando me fui corriendo hacia él fue... En el Mundial de Bremen también salté encima de él, de alegría, de emoción, de "hemos llegado hasta aquí juntos y juntos lo hemos hecho". La verdad es que lo único que se me pasaba por la cabeza era: "¡Lo he conseguido, lo hemos conseguido!". Quería abrazarle y demostrarle así el agradecimiento por todo. ¿El papel que jugó? Creo que fue fundamental para conseguirlo. Tanto el meterme en final como ganarla. En los combates anteriores, y como él estaba viendo competir a mis otras rivales, me contaba cómo funcionaban y la verdad es que confié cien por cien en él cuando estaba en la silla, y las cosas salieron bien. Al final, cuando confías en tu coach, las cosas pueden salir o no, pero seguramente que se disfrutan más. Y así lo hicimos Ángel y yo. El de la final era un combate de estrategia pura, así que, cabeza fría (porque igual si hubiera peleado con el corazón habría perdido)... y vino el oro.

Cuando subes al podium y te ponen la medalla, en esos momentos... ¿qué pasó por tu cabeza?

De camino al podium tenía una sensación muy rara. Era consciente pero no sabía si era una realidad. Pero los sueños están para cumplirse. Sólo había alegría... Encima habían venido mis padres a verme... Se habían juntado muchas cosas. Lo único que tengo que decir es que me bajé del podium un poco decepcionada, entre comillas, porque esperaba escuchar el himno nacional y aquí ponen el himno universitario. Sentía una emoción enorme por ver la bandera de mi país en lo más alto, pero me quedé con las ganas de escuchar el himno nacional.

¿Qué papel han jugado tus compañeros de equipo? ¿Qué te dijeron? ¿Cuáles fueron las palabras que más te llenaron, que más tocaron tu corazón?

Los compañeros siempre juegan un papel súper importante (lo enfatiza en la pronunciación) en los triunfos de cada uno de los que formamos parte del equipo. Para mí es increíble sentirme tan arropada. Además, a este Mundial han venido compañeros que no son los habituales porque no forman parte de la Selección Absoluta, y la verdad es que han estado al pie del cañón, han venido en todo momento a cuidarme -que si necesitas agua, necesitas algo...-, increíble, la verdad. ¡Una pasada!

Cuando estaba calentando, María Torres estaba conmigo. Yo he estado con ella y ella ha estado conmigo, y nos hemos cuidado las dos. Cuando iba a salir, choque de mano con todos, y la verdad es que el abrazo con Pepe Carbonell, que él había perdido su bronce hacía bien poquito, fue algo especial. El abrazo de María, también. Y luego todos los chicos diciéndome: "¡Vamos, Roci, que puedes!", "¡vamos a por ello!"... Cuando acabé el combate y me abracé a Ángel, me caí, y no podía parar de reírme. Y luego me fundí en un abrazo enorme con María. Ella también había perdido su bronce y aún así, en vez de estar súper triste, estuvo al pie del cañón y se alegró por mi victoria muchísimo.

Y con algo con lo que yo me quedo es que tanto Lorenzo Marín (hijo) como Dani Gómez han estado todo el tiempo diciéndome: "¡Vas a quedar campeona del Mundo!". Yo les decía: "Bueno, pasito a pasito, hay que hacerlo". Y cuando ya terminé mi abrazo con María, después de ganar la final, Dani me abrazó y me dijo: "¡Te dije que lo ibas a conseguir, te lo dije!".